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El módulo, la divisa que utilizamos para cobrar y aportar valor en Soluble

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Año
2024

Poner precio al trabajo es un auténtico reto para cualquier empresa de servicios. Para hacerlo de la forma más justa posible es necesario medir el valor que aporta un equipo de profesionales, no solo a través de entregables concretos, sino también gracias a elementos intangibles como la confianza o la calidad. Variables que, a su vez, tienen un impacto claro y directo sobre el resultado.

Soluble nació como evolución natural de la trayectoria de dos freelancers, nuestros cofundadores, Ismael Barros y Laurent Dietrich. En esa primera etapa utilizaban un sistema en el que imputaban horas que incluían el tiempo de producción y también los procesos que ocurrían alrededor de esa producción (el pensar y el hacer).

Para Ismael, esta fórmula no era nada precisa y no les permitía trabajar con comodidad. Por cuestiones operativas y por una dificultad añadida: que, desde aquella versión originaria, siempre hemos sido profesionales muy diferentes haciendo cosas muy distintas.

Los métodos tradicionales para ponerle precio a los servicios de estrategia, activación, diseño y desarrollo no nos convencían… y así es como nació el módulo, la divisa que utilizamos para cobrar nuestro trabajo. La forma que hemos elegido para huir de la venta de tiempo y poner foco en aportar valor a quienes confían en lo que hacemos.

Qué es el módulo

El módulo es una unidad mínima útil, mayor de la habitual en el sector (hora o jornada), que tiene en cuenta tres variables principales: el impacto, el valor y el coste de alcanzar los objetivos —o producir los entregables— relacionados con un proyecto.

Somos conscientes de que, de primeras, es una fórmula atípica, pero la experiencia nos ha permitido comprobar que son muchas las ventajas. Los clientes nos hablan en “módulos” como quien habla en dólares o libras. Saben a cuánto está el cambio en ese momento de la relación y qué nivel de cantidad y calidad pueden esperar. La conversión del módulo a euros es rápida, sencilla y constante.

Cuando un cliente tiene un presupuesto X, sabemos que con esa cantidad de dinero podremos disponer de Y módulos para realizar el proyecto, con lo que ajustaremos alcance y profundidad para garantizar que se cumplen los objetivos de la relación.

Resolvemos pains existenciales

Volvamos al principio. El motivo por el que se implantó el módulo es que resolvía muchos dolores de cabeza a las personas con las que trabajamos, además de solucionar pains relacionados con nuestra marca y nuestra cultura organizacional.

Lo primero es que cobrar por horas implica un conflicto de intereses: cuanto más tardemos, más ganaremos. Yo querré tardar más y tú que tarde lo menos posible. Si no estamos alineados en esto, mal empezamos. No va con nosotros.

Cobrar por jornadas suponía un problema similar, y hay que tener en cuenta que el coste de una persona dedicada al diseño gráfico nunca ha sido el mismo que el de una programadora de front o un redactor.

Al mismo tiempo, pensar en proyectos resulta imposible casi siempre. Muchas veces no sabemos qué vamos a terminar haciendo con un cliente. Construimos desde dentro para proyectar hacia fuera y es habitual que lo inicialmente identificado como problema realmente era solo un síntoma provocado por algo más troncal. El módulo nos permite reorientar los esfuerzos a lo verdaderamente importante. Quizás no haga falta cambiar toda la web, sino un plan de activación para que llegue a más personas.

Y también hay una cuestión de esencia y cultura: cobrar por persona, como si las vendiéramos al peso, nos aleja del tipo de empresa que somos y queremos ser. No vendemos gente y nos negamos a vender su tiempo.

Ventajas para Soluble y nuestros más que partners

El sistema de módulos resuelve pains muy concretos de Soluble, y eso otorga, a su vez, una serie de virtudes que impregnan todas las áreas y los procesos del día a día:

  • Agilidad. Buscamos relaciones continuas y duraderas que van cambiando con el tiempo, y gracias al módulo tardamos muy poco en estimar y poner precio a nuevos alcances de los proyectos.
  • Flexibilidad. Los módulos se redistribuyen entre las distintas fases —estrategia, identidad, producto, tecnología, activación…— según haga falta, y según aporten más valor a la realidad de las organizaciones con las que trabajamos.
  • Accesibilidad. No pedimos un porcentaje absurdo del proyecto por adelantado. Arrancamos con un módulo de apertura y manos a la obra.
  • Confianza. Trabajamos con la puerta abierta, en cualquier punto de la relación podemos pausarla o interrumpirla.
  • Visibilidad. En todo momento, el cliente sabe lo que va a recibir, cuánto dinero le está costando y qué está recibiendo por esa factura que está pagando. La conexión entre los entregables y los pagos es muy clara, manteniendo la calidad como una variable constante.

Utilizamos el módulo porque proporciona certidumbre y sienta las bases de una relación a largo plazo en la que gana Soluble, pero también nuestros clientes. Utilizamos el módulo porque nos ayuda a cumplir con nuestro propósito: hacer más felices a las personas en el trabajo.

En Soluble nada ocurre por una única persona. Para hacer este post posible ha sido necesaria la intervención de Ismael Barros y Cristian R. Marín en la redacción y de Janire Fontanal en el diseño visual. Este post es una adaptación de una reflexión de Ismael en su perfil de LinkedIn.